lunes, abril 09, 2007

Semana Santa, Naranjos, y el tráfico de la autopista

Semana Santa. Para algunos una ocasión de guarda, reflexionar y expresar religiosidad. Para otros unas vacaciones de la primera mitad del año. Para algunos mas, solo unos días comunes y corrientes donde la actividad baja de una forma u otra. Para bien o para mal

Para mí siempre ha sido mas bien una semana de reflexión. Comenzando desde el miércoles de ceniza donde “Polvo eres y en polvo te convertirás” o “Arrepiéntete y cree en el evangelio” marcan el comienzo de una etapa en la cual se conmemoran los 40 días y cuarenta noches que Jesucristo pasó en el desierto. Tiempo en el cual se hacen promesas de sacrificios, para entender mejor lo que es la tentación y entender mejor cómo muchas de las frivolidades de la vida son solo eso: cosas superfluas. Tiempo para abandonar los vicios, hacer a un lado la banalidad de la vida o bien para demostrar la fuerza de voluntad. Este año mi promesa fue No fumar un solo cigarro. Y lo cumplí.

Ese tiempo de cuaresma que se termina con la Semana Santa, semana que en realidad da fundamento a muchas de las razones de la fé cristiana. Semana donde se conmemora la pasión y la muerte, pero sobre todo la resurrección de nuestro señor Jesucristo, y su triunfo sobre la muerte. La reconstrucción del templo en 3 días que antes él había anunciado y que todos los cristianos creemos y estamos seguros en la fé que acontenció: Como escribe San Pablo: si no creyéramos que Jesucristo resucitó ¿de qué sirve nuestra fé?, puesto que con esto acaba de sellarse el nuevo pacto de Dios con su pueblo, después de todo es también Jesucristo un mensajero “Este es mi hijo muy amado en quien yo me complazco”. Nunca ningún otro profeta tuvo semejante anuncio delante de él y nunca ningún otro profeta se proclamó Hijo de Dios, al tiempo de ser Hijo del Hombre.

Toda esta Semana, una época que muestra muchas facetas de nuestro salvador: desde la humildad ante la voluntad del Padre (“Padre, si te es posible, apártame de este cáliz. Pero no se haga mi voluntad sino la tuya”), el amor de entregarse por todos nosotros (“Esto es mi cuerpo. Tomen y coman. Esto es mi sangre. Tomen y beban"). La bondad aun en pasión para perdonar al buen ladrón (cuyo nombre aparece sólo en evangelios apócrifos, puesto que los nombres “Dimas” y “Gestas” no aparecen en los 4 evangelios canónicos, aceptados por casi todas las denominaciones cristianas) y tantas otras cosas sobre las cuales podríamos debatir horas, días y quizá años; sobre las cuales se han escrito libros, producido películas y se han escrito tantos ensayos. Si sobre la pasión, muerte y resurrección del Señor se ha dicho tanto ¡Cuánto mas se podría decir del resto de su vida!

Para mí, cristiano católico (que como siempre digo, intento serlo aunque es bien difícil serlo verdaderamente) es el tiempo de reflexionar una vez más sobre estos misterios que son parte de la fé, tomarlos y aplicarlos a la vida diaria. Cristo perdonó (“Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”) ¿Por qué nosotros no podríamos perdonar? – Puesto que su padre había muerto hace tiempo (cosa de la cual igual dan cuenta los evangelios apócrifos) Cristo amó a su madre lo suficiente como para no dejarla abandonada (“Mujer, ahí tienes a tu hijo. Tu, he ahí a tu madre”) ¿Qué hacemos nosotros por la nuestra? (eso en particular a mí, me trae conflictos). Cristo se mantuvo fiel hasta la muerte a sus principios, y ya solo eso, aunque quitáramos La parte religiosa, ya nos hace pensar en un hombre admirable a quien vale la pena imitar… - ¿Cuánto mas si sabemos que se trata del Hijo de Dios, que es Dios mismo?

Fue una semana en la cual, tuve la oportunidad igual de visitar a mi familia. Conseguí convencer a Diana que me acompañara y fui a Naranjos. Fue algo lindo porque no sólo fue ver a mi madre y mi abuela de nuevo, darme cuenta que a Dios gracias están bien (dentro de lo que cabe), sino también el poder tener un poco de tiempo de calidad con ellas. Conocieron a Diana y creo que se cayeron mutuamente bien, lo cual me dio muchísimo gusto. Fuimos a comer mariscos el viernes a Tamiahua ¿o fue el sábado? – Fuimos a misa juntos. Estuve con la oportunidad de explicar a Diana algunas de las diferencias en la forma en cómo los católicos practicamos nuestra devoción (incluso, extrañamente, entre nosotros mismos). Y fue todo muy lindo el compartir con 3 de las mujeres mas importantes de mi vida un tiempo maravilloso…

Y luego vino el regreso. Semana Santa es un tiempo en el cual muchas personas salen de la Ciudad de México (o el Distrito Federal, o simplemente el De eFe) para darse algunas vacaciones. Ya alguna vez había experimentado el regreso de una semana santa y me tomó algo así como 12 horas, cuando normalmente son 7 a lo mucho lo que debería hacerse el camino (me he hecho hasta 5 horas y media con poco tráfico, y “metiéndole la pata” al acelerador en tramitos). De México a Naranjos nos hicimos esta vez como 10 horas. Todo bien. El regreso, en Poza Rica, fue horrible. Estuvimos parados cerca de 3 horas avanzando poco mas de 5 kilómetros en ese tiempo ¡Yo corro 10 Kms. en 57 minutos! :-P – No logramos ni siquiera salir completamente de la ciudad pues. Decidimos entonces mejor regresarnos por la vía “larga”: tomar de Poza Rica a Veracruz (nos llevó algo así como 3 horas y media) y luego de Veracruz a México vía la Autopista Veracruz-Córdoba-Puebla-Veracruz (otras 4 horas o quizá 4 horas y media). Para no hacer largo el cuento, un total de mas o menos 13 a 14 horas arriba del carro. ¡Terrible!

Me gustó mucho sin embargo que Diana y yo aprovechamos el tiempo para conversar. Fue algo muy rico porque platicamos de todo: de la vida, de los sueños, de las vivencias, de la familia. Del mar, las estrellas, del tráfico y del café. Me dio mucho gusto esta parte, pues nos dimos la oportunidad de conocernos un poquito mas, y entre mas la conozco, mas me enamoro de ella ¡Caramba! – Si así fuera todo… ;-)

Y bueno… así acabó la Semana Santa…

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