sábado, enero 13, 2007

Privatizar o No Privatizar: Una opinión mas

Durante mis conversaciones con amigos, el taxista, algún compañero de asiento en un viaje, etc. a veces el tema de la política económica resulta uno de los que por alguna razón abordamos. No es que a mi me resulte particularmente de interés, pero por alguna razón u otra, frases como “está dura la situación” o “ya subió la gasolina” a veces hacen virar las palabras hacia este tema.

Dentro de lo que a veces se ventila, salen con regular frecuencia las opiniones con respecto a la privatización de empresas.

De chico, criado en una ciudad pequeña, conviviendo siempre con personas con todo nivel de estudios, pero de clase económica media o baja, las ideas socialistas eran las que siempre circulaban cerca de mi. Recuerdo mucho la opinión de un conocido de la familia, que decía, en tiempos de finales de los 80 y principios de los 90, donde muchas de las industrias estatales fueron privatizadas; que si el gobierno no podía ser buen administrador de los “bienes nacionales”, debería hacerse a un lado y pasarle la batuta a un gobierno que fuera capaz de administrar el patrimonio de la nación, en lugar de entregarle las empresas estatales a “los amos del capital, opresores del pueblo y vende patrias que solo saqueaban las riquezas de nuestro país”. Esto parecía tener sentido para mí, y tomaba como propios muchos de los dogmas de fe socialistas, donde automáticamente ricos=malhechores malparidos y explotadores, privado=malo, riqueza=pecado. Así pues, después de todo sabiendo que PEMEX “es de los mexicanos” y dado que yo crecí en una ciudad donde PEMEX era la principal fuente de empleo, y sabiendo que además CFE era también una empresa pública; tenía mucho sentido que las empresas eran mejores si estaban en manos de gobierno que en manos de gente mala, rica, que solo deseaba el mal para la gente.

Sucede que después me fui para el norte del país. A Monterrey para ser mas específicos. Una vez por allá, estuve en contacto con una corriente de pensamiento bastante interesante. Desde que llegué, noté muchas diferencias: de entrada todo era mas caro que en el pueblito de donde yo me había salido, pero también la cantidad de quejas por ello eran menores. La sociedad donde me desenvolvía no era muy diferente, en cuanto a nivel, que donde me había movido hasta entonces: una clase social media, con muchas aspiraciones y ganas de salir adelante. Sin embargo, la manera de ver las cosas era distinta: todo mundo quería tener su propia empresa, su propio negocio. No solo eso, sino que la gente dueña de las empresas (algunas no necesariamente grandes en cuanto a tamaño), no parecía ser especialmente gente mala. Muchos de ellos estaban comprometidos con la comunidad, apoyando en su crecimiento y en su desarrollo, pero además la gente de clase trabajadora bien conciente de que sus patrones no necesariamente querían explotarlos. Algo no estaba bien para mí, con los principios que yo traía arraigados.

Al pasar el tiempo, me di cuenta de que en el norte muchas cosas son diferentes con respecto a otras regiones de México: los patrones en su mayoría tienden a invertir en sus empresas y en los empleados, los empleados en su mayoría tienen un alto sentido de compromiso y de pertenencia. Todos tienen claros cuáles son sus compromisos, derechos y obligaciones con respecto a la otra parte, y tienen de ser respetuosos de eso. Y mas allá de eso, entre empresas la idea de competencia era bastante buena: a la gente le gusta competir para poder demostrar con todas las de ley que al ganar, ha sido porque son los mejores. Y eso me gustó muchísimo.

Después, comencé a ver los beneficios de tener las empresas en manos de gente de capital, pero con visión: resulta que al haber mas competencia, todo mundo busca ser mas eficiente, ser mejor, y por tanto el consumidor se beneficia con una mayor oferta (precios mas bajos) y con una mejor calidad de producto (el cliente decide dónde comprar, y obviamente todo mundo compra lo mejor disponible por el mismo precio). Claro que hay una línea delgada de cuándo un producto deja de ser de calidad como resultado de las presiones de precios sobre ese producto, que lo hacen incosteable usando materia prima de calidad, pero eso es por ahora tema de otra conversación.

Lo interesante es que comencé a encontrar ejemplos de cómo a nivel nacional la competencia y el hecho de tener empresas privadas, benefició al país: hace 20 años, cuando Telmex estaba en manos del estado, los teléfonos se descomponían a cada rato, y tenía que andar correteando a la camionetita de los técnicos para que arreglaran el teléfono. Y eso era bastante frecuente. Las llamadas se caían con la lluvia, no atendían a las quejas que uno ponía y el servicio era en general malo. Cuando Telmex pasó a manos privadas, y además se permitió competencia en el sector, no solo el servicio mejoró (¿cuándo fue la última vez que se descompuso su línea?) sino que los precios tendieron a no subir tanto, y ahora Telmex es una compañía que tiene presencia en toda la América Latina, al grado de ser la única compañía capaz de rivalizar en términos de penetración de mercado, con la española Telefónica.

¿Dónde quedó entonces el concepto de que las compañías en manos de gobierno funcionan mejor? – después también vine a enterarme, que en algunas de esas compañías (no puedo asegurar que en todas), se fomenta también la corrupción. Es un secreto a voces, desafortunadamente no demostrable en la mayor parte de los casos, que cuando en las adquisiciones de gobierno se negocian sobreprecios que después van a parar a los bolsillos de los funcionarios que eligen tal o cual marca, donde desafortunadamente a veces no es la mejor adquisición la que se hace, por favorecer esta práctica. También es sabido que en muchas instituciones de gobierno, no se trabaja todo lo que se debiera, a veces por cuestiones imputables al trabajador, pero otras por solapamiento e instrucción directa del sindicato, quienes a veces lejos de defender al trabajador, vigilan el hacerlo una entidad impune a castigo, así lo tenga merecido; cosa mas difícil de ver en la iniciativa privada.

En resumen, desde mi punto de vista creo que privatizar (aunque quizá no del todo) empresas públicas, puede traer mas beneficios que perjuicios: las cosas tienden a volverse mas eficientes, se abre la competencia lo cual favorece al mercado, y sí… hay gente que se va a volver rica con eso (al final del día, los inversionistas tienen que obtener dinero de las inversiones que realizan, pues ese es su trabajo), pero ¿no deberíamos buscar ser ricos todos, en lugar de ser pobres todos? (lo cual es tan idealista como el comunismo, pero bueno). ¿No deberíamos buscar por el bien común, en lugar del mal de uno que otro rico? – Ojo, no defiendo a los ricos; sino mas bien digo que al final del día, nuestro último objetivo como sociedad debería ser que no hubiera pobreza, y que todos tuviéramos bienestar…

¿Por qué es necesario desoir los argumentos que dicen que privatizar es "vender patrias"? - Un ejemplo: A la fecha, como mexicano no-trabajador de PEMEX, yo no recibo reparto de utilidades de PEMEX, por ejemplo. Mi gasolina es mas cara aquí que en Estados Unidos (la gente que vive en la frontera sabe esto mas que nadie). ¿En qué me beneficia a mí, mexicano promedio, que PEMEX siga siendo empresa pública, ineficiente, manteniendo al país con impuestos desmedidos, y que se esté desmoronando a pedazos? - en nada. Mas beneficiaría a todo un PEMEX mas eficiente, competitivo, generador de mas empleos. Quizá deberíamos tomar el ejemplo de la brasileña Petrobras, y aplicarlo a PEMEX; y así con otras industrias mas...

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