martes, julio 17, 2007

El prójimo y el buen samaritano

Ayer durante misa, la lectura principal fue un extracto de San Lucas, donde está el relato del buen samaritano. Mucha discusión sobre si esto fue parabola o historia, pero lo cierto es que independientemente de lo que sea, es una lectura que invita mucho a la reflexión.

Yo no había tenido la oportunidad de ver la profundidad de una enseñanza que parece pequeña, hasta que tuve oportunidad de ver los mesones en medio del desierto en Israel y ver el tipo de orografía por allá. Yo siempre, de niño y adolescente, cuando escuchaba este relato pensaba “¿Y qué pasa con los levitas?, ¿qué tiene de malo que hayan dejado a alguien ahí?” y comparando esto con nuestra realidad decía “Ok, pero si dejan a alguien, seguro alguien venía detrás y seguramente alguien mas iría a ayudar a esta persona” – un pensamiento egoísta al descargar la responsabilidad propia en otros, pero al tiempo plausible: podría ocurrir así.

Muy diferente es la óptica cuando se mira esto con la lente que merece. Primero un poco de historia sobre los personajes: Los samaritanos (originarios de Samaria) y los judíos (del área de Judea) no eran muy amigos que digamos. Existía entre ellos una intolerancia propia de personas con creencias diferentes. Los sacerdotes eran personas escogidas responsables de llevar a cabo el culto (como hasta nuestros días) pero que eran igualmente responsables por mantenerse puros para tal efecto, siguiendo las reglas de la pureza indicadas en el Levítico (incluido tanto en nuestra Biblia actual como en la Torah judía). Los Levitas, de la tribu de Leví, eran una especie de sacerdotes menores en general y no era extraño que los sacerdotes fueran de esta tribu, habiendo sido responsables siempre por el transporte del Arca de la Alianza y la guardia del Templo y del Tabernáculo.

Situémonos ahora en el Israel de los tiempos de Jesús: en plena dominación romana, las comunicaciones jugaban un papel importante para poder mantener el imperio, por lo que había efectivamente caminos. Sin embargo, los caminos en el desierto suelen extraviarse con relativa facilidad debido al cambio de las arenas debido al tiempo. Entonces como ahora, era importante conocer cómo poder atravesar el desierto usando medios diferentes a las indicaciones simples de un camino. Los caminos con frecuencia variaban un poco debido a esto y no siempre eran sitios transitados.

Tenemos entonces que los judíos tenían como costumbre ir a Jerusalem a hacer sus oraciones. Esto sigue siendo vigente al día de hoy. Una de esas personas ha ido (la escritura dice que esta persona está bajando de Jerusalem, por lo que podemos concluír que era judío y venía de regreso) e imaginemos ahora a ese alguien atravesando por ahí y siendo asaltado y atacado: quedar en el desierto a merced del sol y de la sed, sin una posibilidad de orientación sencilla si es que se está medio inconsciente. El que alguien pasara por ahí era una mera casualidad. El sacerdote que pasa, observa a aquella persona ahí decide seguir de largo, con la idea quizá de no quedar impuro al tener un contacto con alguien que no ha estado purificado posiblemente. El levita, alguien que debería tener raíces profundamente religiosas igualmente, decide pasar de largo también. Saben quizá que seguir si auxiliarlo pudiera representar la muerte, por el clima árido y por la poca oportunidad de recuperación en esas condiciones (solo, sin asistencia, sin posibilidad de moverse y orientarse quizá), además de la baja posibilidad de que alguien mas pudiera pasar por ahí a auxiliar a aquel hombre. Pero un samaritano, alguien que se supone no debería importarse y que tenía enemistad con el pueblo al que pertenece el herido, no solo para y cura las heridas, sino que aparte lo lleva a un mesón (mesón que hasta ahora en nuestros días se sigue conservando en el camino que lleva de Jerusalem al Mar Muerto, y que aparece en la foto) para que sea antendido, dejando pagado al mesonero y adquiriendo deuda por anticipado (“lo que gastes demás te lo pagaré yo a mi regreso”) en nombre de alguien a quien no se conoce… ¡Gran gesto!

Es bien difícil en estos días encontrar gente que se pueda portar de esta manera. Es tan difícil a veces encontrar a gente que entienda el verdadero sentido de “Prójimo” (parecido con “próximo” y quizá – aunque no estoy seguro- de la misma raíz latina), porque también es cierto que en nuestros días mucho se ha abusado de la gente que tiende una mano. ¿Cuántos no hemos oído de historias sobre asaltantes que fingen piden auxilio en la carretera ante un supuesto accidente? ¿Qué hay de las personas que piden en la calle para comprar unas medicinas, y pasan su vida pidiendo siempre para la misma medicina? – Es a veces difícil creer en medio de tantos potenciales abusos. Pero a veces es necesario…

Hoy es un tiempo bien difícil para el cristiano, en el que es mas importante a veces el tener que el ser, el adquirir mas que el compartir, y el presumir mucho mas que ilustrar… y mas importante a veces el sentido de autodefensa que nuestro sentido de apoyo a los demás. No es fácil ciertamente en un mundo como el nuestro, donde la mentira también está presente en nuestra cotidianeidad, pero… ojalá Dios nos de las fuerzas y la iluminación para, a pesar de las adversidades y los riesgos, imitar a este buen samaritano tantas veces como nos sea posible, y seamos así ejemplo de que las enseñanzas de nuestro maestro Jesús no han caído en saco roto. Aun si no fuéramos religiosos, el simple hecho de “hacer el bien sin mirar a quién” hará un mundo mejor y mas justo para todos…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pero a vosotros los que oís os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a lso que os aborrecen;
Benmdecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian.
Al que te hiera en una mejilla, preséntale tambiénla otra.....
Finalmente se de ti te nos perdiste un saludo de Diana y Lara (mi niña)....