sábado, agosto 15, 2009

La vocación

¿Cuándo es cuando decides lo que quieres hacer (y ser) el resto de tu vida? ¿En qué momento sucedió exactamente que diste el paso de convertirse de ser una persona a ser “el arquitecto”, “el portero”, “el doctor”, “el taxista”, “el ingeniero”, “el panadero”, “el licenciado” o “el plomero”?

Si nos preguntamos esto, y si nos ponemos a analizar quiénes somos ahora, nos daremos cuenta que muchas veces no reconocemos el impacto que tiene nuestra profesión en nuestra vida como todo: en nuestra vida personal, en nuestra vida espiritual, en nuestra vida familiar inclusive. Sin embargo, nuestra profesión nos define en más de un sentido. A tal grado que cuando dejamos de hacer lo que regularmente hacemos para ganarnos la vida o para hacernos de un ingreso adicional, el sentimiento de pérdida puede ser grande. Un cambio de empleo, significa algo mas que un cambio en la manera en como obtienes ingresos para pasar a tener un impacto directo en tu vida: tu tiempo libre, tus amigos, tus hobbies, cuánto duermes y hasta cuánto ves a tu familia…

Es por esto que, en mi humilde punto de vista, es súper importante que amemos lo que hacemos. Que sea lo que sea la actividad con la cual nos pagamos la escuela, llevamos pan a nuestra mesa y ahorramos para cumplir nuestros sueños (y por qué no, también algunos caprichos) sea algo que no nos cueste trabajo realizar. Y no me refiero a que el esfuerzo invertido en la actividad sea poco, sino que disfrutemos haciendo lo que hacemos. En caso contrario, gran parte de nuestra vida (no solo la parte profesional) pierde gran parte de su sentido y de su sabor.

En mi caso, decidí que quería ser lo que ahora soy alrededor de los once años. En realidad no. Antes de eso quería ser bombero, marinero, peleador profesional y montón de cosas mas. Pero a la edad de once años determiné (gracias a un tío mío que estudiaba un bachillerato tecnológico, que en ese entonces llevaba una materia de programación) que quería estar cerca de las computadoras. De la tecnología. Sabía (aunque no a ciencia cierta el “cuánto”) por boca de mi tío, que para eso necesitaba entender de matemáticas, de física y no sé de cuántas otras cosas mas, y decidí que ese sería mi sueño: algún día trabajar con computadoras. Por eso trataba de “entender” mas que simplemente “aprender” al momento de que estaba en una clase de la escuela que sabía algún día podría servirme para conseguir mi sueño. Todo eso, en la época de los 80, era adornado por las películas y los programas de televisión donde mostraban a los equipos de cómputos como grandes aparatos que hablaban, lo sabían todo (desde la infancia de un criminal hasta la manera de comandar una nave para viajar en el tiempo y el espacio) y tenían muchos foquitos que encendían y apagaban. Quería algún día poder operar y construir algunas de esas. Me llamaba la atención cuando algún técnico en electrónica venía a revisar o a reparar la vieja consola tocadiscos de mi madre y de mi abuela. Era yo quien siempre quería abrir los radios (y claro, nunca me dejaban). Y eso afirmaba mas mi sueño todavía.

Hace años que, con algo de decepción (y esperanza, después de ver películas del corte de Terminator y Yo Robot, donde dan mucho para reflexionar sobre el tema de la Inteligencia Artificial ), es que me doy cuenta que las computadoras no son como las mostraban en la televisión. Sin embargo, para mí al día de hoy siguen siendo mi vida. Y mas allá de mi vida profesional, parte ya íntima de mi vida personal. Me apasiona hacer lo que hago. Lo disfruto. Y por eso es que siempre digo que Gracias a Dios tengo la bendición de que me paguen por hacer lo que me gusta. Y por eso no se me hace pesado.

Es para mí muy triste cuando veo a alguien haciendo algo que no le gusta. Porque no tuvo otra opción (aunque eso a veces es difícil creer) o bien porque está frustrado con la vida. Sin embargo es mas triste todavía ver cómo muchas veces los chicos que todavía están en cursos secundarios, poca preocupación ponen en lo que van a estudiar, en lo que se van a formar y que en el cabo de algunos años (que se pasan muy rápido) pasará a ser su actividad cotidiana, lo que los definirá como individuos y determinará (no en todo, pero sí en mucho) qué tantos de sus sueños se cumplen. Duele saber que a veces en mi México hay gente que “calienta” el asiento y no aprovecha la educación gratuita que el Estado ofrece, cuando en otros países es muy caro; y cuando hay gente que quisiera estar ahí pero no puede por mas de alguna circunstancia. Y cuànta gente estudia la universidad, para darse cuenta que perdió tiempo valioso que podría haber aprovechado tomando mas experiencia en negocios, en pintura, en los deportes o en algo que realmente disfrutaba y donde podía aprovechar mejor su talento y su energía…

Como decía mi madre (y lo he oído de boca de mucha gente a lo largo de mi vida): “No importa si eres barrendero o doctor, pero tienes que ser el mejor”. Pero no se puede ser el mejor si no lo disfrutas. Es por esto que la vocación es importante…

Y después de ver este vídeo (http://www.youtube.com/watch?v=_tjYoKCBYag) me es claro también que nunca es tarde para decidirse a ser lo que se quiere ser y no importa tampoco si alguien alguna vez te dijo que no podías o bien si ya fallaste alguna vez. Complementando esto con lo que oí de un amigo hace no mucho, “Esto es tu vida. Esto no es un ensayo . Solo se vive una vez”, y la conclusión es que mas vale que hagamos lo que amamos. Ahora…

4 comentarios:

Yamidt Henao dijo...

Martin, como en ocaciones anteriores que agradable es leerte; en este relato tengo que decirlo, comparto las ideas expresadas, siento que mencionas una realidad que hoy tristemente no es de un pais si no mas bien de un planeta, hoy al conocer a mexico, pais hermoso en toda la expresion de la palabra, con gente humilde, agradable, amiguera (el 99.9, como en mi pais) creo que la juventud deberia tener la posibilidad de contar con maestros que les enseñen eso que tu ahora nos compartes, bien lo dice paulo coelho en varios de sus libros, el mundo necesita de artistas, jardineros, panaderos, ingenieros, pero que amen lo que hacen...Gracias por este relato que nos impulsa a muchos a seguir y enseñar el verdadero sentido la vida, claro que como siempre lo he mencionado, con la voluntad de Dios, padre y señor nuestro.

Saludos,

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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