domingo, febrero 18, 2007

Otra vez Canadá...


Después de que, por motivos personales, pensé que quizá no iba a regresar a Canadá en una buena parte de mi vida, acabé volviendo por el motivo menos esperado: resulta que Fortinet, la empresa para la que ahora trabajo, tiene una de las oficinas mas grandes en Vancouver. Aquí se hace soporte técnico, servicio a clientes e investigación y desarrollo. Me gustó muchísimo esta área del país que no conocía, ver los contrastes con la parte Este del país (Toronto, Ottawa y Montreal, que es lo que conocía solamente de Canadá). Menos frío por aquí que por aquél lado.

Fue interesante igual recordar lo que Canadá significó para mí desde el principio, cuando tuve la oportunidad de poder venir la primera vez: un país que a pesar de la gran diversidad cultural que tiene, de tener gente que creció de manera diferente y tiene rasgos físicos distintos, ha podido mantenerse unido y avanzando hacia un mismo rumbo. Un país abierto a todo mundo, todas las corrientes ideológicas y todas las maneras de ser, siempre y cuando no se afecten los derechos de los demás. En este viaje conocí a un ingeniero que el fin de semana es taxista por hobbie de la India, que viste turbante y todo. Una chica recepcionista que es de Bosnia, muchos ingenieros chinos trabajando en la compañía y un australiano colado por ahí. Los signos en las calles no solo están en inglés y francés (idiomas oficiales de Canadá) sino que en algunos predominan los símbolos en chino, y asumo que los otros eran Coreanos o Cantoneses, ligeramente diferentes. Muchos tipos de fisonomías, colores de ojos y de piel, acentos y formas de pensar en la gente. Todo mundo aceptando la diversidad, obteniendo lo bueno de ella y buscando cómo las diferencias pueden ayudar a ser mejores a todos, en lugar de ponerse a ver cómo las diferencias dividen a todos.

Me gustó volver a ver nieve por todos lados: al menos por los primeros 5 minutos, como le digo a todo mundo, porque no soy realmente fan de la nieve; y afortunadamente Vancouver tiene uno de los climas menos fríos en el país. Ir con un colega de trabajo (brasileño) que nunca había tenido oportunidad de verla, y jugar a las “guerritas” por un ratito con él y otro colega del trabajo, ingeniero de soporte en Fortinet y de los pocos canadienses nativos con quienes conviví; que fue quien nos llevó a la Montaña Cypress. La vista que se tiene desde arriba de toda la ciudad es maravillosa, y también la vista que se tiene desde la ciudad con todas las montañas al rededor, cubiertas con nieve en la parte superior, es espectacular.

Canadá es uno de los pocos países que no son latinoamericanos donde me sentí como en casas (el otro fue Israel) por alguna razón que todavía no puedo concluir cuál es, pero que quizá tenga que ver con la calidez de la gente, la espontaneidad con la que todo mundo te trata, el esfuerzo que hacen por hacerte sentir a gusto y la tolerancia con que se acepta a los que no hablan el inglés fluidamente y el acento local (entre los cuales, por supuesto que me incluyo).

Me trajo igual memorias de haber dicho que no a venir a vivir por acá (bueno, en realidad a Ottawa), cuando mi ex-esposa me pidió hacerlo; pero decisión de la cual no me arrepiento por muchísimos motivos.

Una semana donde un día mi colega y amigo Ashesh Patel me dijo que nos íbamos por la tarde a tomar unos tragos en su auto, me preguntó si podía conducir yo, y para mi sorpresa me hizo probar las emociones de manejar su Porsche Carrera (nunca había manejado un auto tan caro, ni tan veloz), a pesar de que me dijo que lo hacía como abuelito :-P - Una semana igual donde aprendí mucho sobre la nueva compañía donde estoy a punto de cumplir el mes: de los productos, de la filosofía, de la gente, y de otras cosas por las cuales me doy cuenta que afortunadamente tomé la decisión correcta en hacer el cambio, y hacer el cambio para acá. Creo que vienen para mí meses de trabajo mas intenso de lo que yo había planeado, y también con ello mucho aprendizaje…

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