Me hizo recordar el lado romántico de la profesión y (maldita sea) me hizo meterme en la introspectiva de pensar que todavía hace falta dar la contribución al mundo. Esa sensación de creatividad insatisfecha que se arremolina queriendo fluir, pero que por alguna razón simplemente no lo hace y se atora... Regresar, al menos mentalmente, a las épocas donde pensaba que trabajar por el día de mesero en algun restaurante de comida rápida desde que pudiera por las noches programar y "hacer hacking" eran lo suficiente para ser feliz, fué una sensación extraña...
Desafortunadamente, ahora las noches de hacking, pizza y coca cola no son algo que uno pueda hacer seguido, puesto que inclusive ya no son bienvenidas por una multitud de razones: desde la resistencia física hasta el llamado de la cordura, pasando por la reprensión de la familia y obviamente el sentido del deber. Sin embargo, todo eso no hace que no se extrañen...
Bien dicen que genio y figura hasta la sepultura, y si bien por ahora no estoy codificando, sí estoy escribiendo (a pesar de que hacía rato que no lo hacía): al fin y al cabo, otra manera de disfrazar el insomnio de creatividad y dejar aquí para el posterior disfrute propio (y el humor ajeno) estas líneas
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